¿Por qué rezar el Rosario?
El Rosario es una oración tradicional católica que busca honrar a la Virgen. En un inicio constaba de quince “misterios” que recordaban momentos (gozosos, dolorosos y gloriosos) de la vida de Jesús y de María. En el año 2002 san Juan Pablo II añadió los misterios luminosos que permiten meditar sobre la vida pública de Jesús. También se llama “rosario” al objeto formado de cuentas que se utiliza para recitar esta oración. “Todas las generaciones me llamarán bienaventurada", proclama la Virgen en el Magníficat. En efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de "Madre de Dios", bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades. El culto a María encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, que en palabras de Pablo VI es "síntesis de todo el Evangelio". Es decir, el Rosario es una oración que concreta ese culto especial que la Virgen recibe en la Iglesia. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 971
La Iglesia cree que la Santísima Madre de Dios continua en
el Cielo ejerciendo su oficio materno, por eso es natural que los cristianos
acudan a Ella para pedirle sus necesidades y confiarle sus preocupaciones.
Numerosos papas han atribuido gran importancia a esta
oración: León XIII promulgó la encíclica Supremi Apostolatus Officio, un
documento de gran entidad, la primera de sus muchas declaraciones sobre esta
oración, en la que propone el Rosario como arma espiritual efectiva contra los
males que afligen a la sociedad. Juan Pablo II escribió una carta el 16 de
octubre de 2002 llamada Rosarium Virginis Mariae, con la que convocaba un Año
del Rosario y en la que comentaba la belleza de esta plegaria, que ayuda a
“contemplar a Cristo con María”.
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